Día octavo – 23 dic.

Isaías 60, 1-6

Levántate, Jerusalén, envuelta en resplandor,
porque ha llegado tu luz
y la gloria del Señor brilla sobre ti.
La oscuridad cubre la tierra,
la noche envuelve a las naciones,
pero el Señor brillará sobre ti
y sobre ti aparecerá su gloria.
Las naciones vendrán hacia tu luz,
los reyes vendrán hacia el resplandor de tu amanecer.
Levanta los ojos, y mira a tu alrededor:
todos se reúnen y vienen hacia ti.
Tus hijos vendrán desde lejos;
tus hijas serán traídas en brazos.
Tú, al verlos, estarás radiante de alegría,
tu corazón se llenará de gozo;
te traerán los tesoros de los países del mar,
te entregarán las riquezas de las naciones.
Te verás cubierta de caravanas de camellos
que vienen de Madián y de Efá;
vendrán todos los de Sabá,
cargados de oro y de incienso,
y proclamarán las acciones gloriosas del Señor.

Consideraciones

María y José se preparan para el nacimiento del Niño. Así mismo, nosotros nos preparamos para recibir a Jesús en nuestros corazones y en el día de hoy, recordamos lo que desde tiempos muy antiguos, el profeta Isaías había anunciado a su pueblo que se encontraba desunido y sin esperanza: el Hijo de Dios vendrá y nos traerá su luz y su gloria.

Jesús llegará en esta Navidad. Su venida nos llena de esperanza y alegría, porque todos nosotros, al igual que el pueblo de Isaías, vemos a veces nuestra vida y nuestro mundo en las tinieblas. Jesús vendrá para quedarse con nosotros, porque la Navidad no termina con el nacimiento de Jesús, sino que es allí donde comienza una nueva vida para todos; comienza en cada uno de nosotros para irradiar a nuestros hogares, nuestras ciudades, nuestros países y logremos así la paz que tanto anhelamos y necesitamos.