Día segundo – 17 dic.

Lucas 1, 39-45

Por aquellos días, María se fue de prisa a un pueblo de la región montañosa de Judea, y entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel. Cuando Isabel oyó el saludo de María, la criatura se le estremeció en el vientre, y ella quedó llena del Espíritu Santo. Entonces, con voz muy fuerte, dijo:
—¡Bendita tú entre todas las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo, para que venga a visitarme la madre de mi Señor? Pues tan pronto como oí tu saludo, mi hijo se estremeció de alegría en mi vientre. ¡Dichosa tú por haber creído que han de cumplirse las cosas que el Señor te ha dicho!

Consideraciones

La Virgen María viaja a una ciudad en Judea para visitar a Isabel, quien necesitaba de su ayuda. En poco tiempo, Isabel daría a luz un hijo, Juan el Bautista.

La presencia de María con el Niño Jesús en su vientre, llena a Isabel de alegría. La presencia de Jesús en nuestros corazones, llena de alegría a quienes nos rodean, nos enseña a compartir, a ayudar a quienes nos necesitan. Ese es el sentido de la Navidad, aceptar a Jesús en nuestra vida y compartir su presencia con todos los que espiritual o materialmente necesitan de nuestra ayuda.

Observemos el mundo que nos rodea y podremos ver cuántas personas están necesitando de nuestra ayuda. Sin ir muy lejos, es probable que nuestra familia necesite de nuestra comprensión, nuestro afecto y nuestro perdón y este es el momento para brindarles nuestro apoyo.